I like to move it, move it!

Es una lástima que las radiaciones y los campos electromagnéticos sean invisibles, intangibles e ¿insonoros?

Cada día aparecen nuevos ritmos en los locales de moda de la biosfera, y algunos con mucha marcha. Mi compañero José Miguel, a quien agradezco el video que ilustra este post, encontró durante la prospección de campos electromagnéticos de una vivienda una emisión en 1.800 MHz que al principio nos desconcertó. No éramos capaces de identificar la fuente. ¿GSM? ¿DECT? ¿Un pájaro? ¿Un avión?

Finalmente encontramos referencias suficientes para conocer la naturaleza del bicho: era un teléfono inalámbrico DECT de algún vecino del edificio donde realizamos el análisis geoambiental, pero esta vez no se trataba del ruidazo monótono procedente de estos aparatos al que estamos acostumbrados. Éste es puro bacalao, la envidia de Chimo Bayo.

No podemos decir a ciencia cierta si esta radiación es mejor o peor para la salud que la producida por un teléfono inalámbrico convencional, pero cuidadito con el ritmito que es pegadizo y difícil de sacárselo de la cabeza. I like to move it, move it!

Legazpi, superzona WiFi

Todos los días entro en Madrid por la plaza de Legazpi. Suelo viajar en autobús desde Aranjuez y siempre llevo mi ordenador netbook, con el que escribo algún artículo o un post mientras realizo el viaje. Esta semana he reparado en un detalle: el widget de escritorio Config Free, que muestra las redes disponibles en el entorno, comenzó a moverse con una geometría inusual. De repente aparecía saturado de puntitos blancos girando en torno al gráfico circular (cada puntito es una conexión WiFi cercana). Me llamó la atención porque no es lo que habitualmente encuentro cerca de mi casa o de la oficina, y eso que no están precisamente en mitad del campo. Por lo general no suele haber más de 6 u 8 routers en el entorno, y ya me parecen muchos.

No me pude resistir a hacer una foto de la pantalla y luego contar los puntitos. ¡43 routers pidiendo sinapsis!

Identificador de redes wifi

Esto me lleva a hacerme alguna pregunta. ¿Todos los routers estarían siendo usados en ese momento? ¿O simplemente nadie los había apagado desde que se instalaron en la casa u oficina? ¿Cuántos de ellos estarían «siempre» junto al ordenador al que daban cobertura? (pudiendo estar conectados directamente con un cable de red).

¿Por qué el acceso a internet parece que sólo puede ser inalámbrico? ¿Es que el cable, la fibra óptica, están pasados de moda y no son guays?

Desde luego, Legazpi no es Salzburgo, y no sólo por las emisiones WiFi, que a simple vista también se puede ver una masificación de antenas levantando oleaje en el ambiente. Pero con la información adecuada, podemos decidir y actuar sobre cómo queremos que sea nuestro ambiente futuro. Con un buen conocimiento de las tecnologías que tenemos entre nuestras manos y que facilitan tanto nuestras vidas, podemos llegar a disfrutar de ellas y de un ambiente más limpio y natural para nosotros y para los demás.

Si el router está en uso, preferiblemente que esté alejado, mejor en otra estancia.

Apaga el router cuando no lo estés utilizando.

Utiliza un cable de red en los puestos fijos.

Una zona WiFi tan saturada como la de Legazpi, con tanta contaminación electromagnética, no es sana para quienes viven alrededor. Seguro que, además de seguir estos consejos y utilizar nuestros routers de forma prudente y lógica, hay más formas de dar un uso racional a las tecnologías y controlar esta selva electromagnética en la que se han convertido nuestras ciudades.

Las antenas de Salzburgo

Durante estas últimas semanas he viajado por Austria y el sur de Alemania. Entre las ciudades que visité tuve la oportunidad de pasar un par de días en Salzburgo, patria de Mozart y también de la famosa convención científica de Salzburgo del año 2000 que, siguiendo el principio de precaución, estableció niveles de seguridad en la exposición a campos electromagnéticos artificiales de alta frecuencia, concretamente los producidos por las emisiones de telefonía móvil. Los científicos de dicha convención recomendaron no superar los 0,1 µW/cm2. Este valor de referencia es 4.500 veces menor que lo recomendado por las autoridades de distintos países como España o Alemania. Tras la convención, la ciudad de Salzburgo adoptó estos valores máximos en su normativa municipal.

Nada más llegar al hotel comprobé la influencia de este acontecimiento en la ciudad. Mi hotel se construyó hace menos de diez años, pero las conexiones a internet eran por cable de red. Tan sólo se disponía de WiFi inalámbrico en el hall, de forma aislada y sin influencia en las habitaciones. Tan poca influencia, que mi ordenador no detectó ninguna red en las inmediaciones, en el centro de la ciudad y en una zona con mucha actividad comercial y residencial. Me sorprendió, no estoy acostumbrado a tan poco ruido.

Después llegaron los paseos por la ciudad. Sin dejar de admirar la elegancia de las calles, plazas y galerías, la deformación profesional buscaba antenas de telefonía sobre los tejados, o picoantenas en las fachadas, pero o están camufladas en las torres de las iglesias y en las chimeneas de las casas, o la cobertura la obtienen exclusivamente de las dos grandes antenas que hay en lo alto de las montañas entre las que se encuentra situada Salzburgo, alejadas de las zonas urbanas. Dentro de la ciudad sólo logré localizar una pequeña antena situada en el centro, junto a la casa donde vivió Mozart con su familia (en la foto), y otra en la estación de ferrocarril.

Salzburgo

No descarto que haya más, pero en la ciudad antigua no las encontré. ¡Con lo fácil que resulta en la mayoría de las ciudades que conozco!

Y un dato más: no me faltó cobertura en ningún momento, a pesar de tan baja potencia en el ambiente. Me gusta Salzburgo.