Hace unos años mis padres compraron unas fantásticas camas que prometían todo el confort que suele prometer la vida moderna, y como no, la vida moderna casi siempre suele traer enchufe o batería de litio.
Las camas con enchufe despertaron mi curiosidad: articulaciones activadas con motores, mandos con dispositivos electrónicos, enchufe sin toma de tierra, como los de una lámpara de mesa… En definitiva, contaminación electromagnética por bajas frecuencias casi asegurada. Obviamente en la siguiente visita acudí con los chismes de cazar rayos, y como no podía ser de otra manera me encontré con el aquelarre electromagnético esperado, pero con niveles más subidos de tono de lo que podría haber imaginado.
Para empezar, al no disponer de toma de tierra, las camas no bajaban de los 180 V/m (voltios/metro) de intensidad de campo eléctrico, y lo peor venía de los motores, que llegaban a generar hasta 1.357 nT (nanoteslas) de densidad de flujo magnético en el mismo centro de cada una de las camas. Estos valores de campo magnético son los que suelo encontrar cuando mido un transformador urbano, como podéis ver en estas fotografías. La imagen de la izquierda corresponde a una medición de flujo magnético delante de la puerta de un transformador urbano, y la de la derecha sobre la colcha de una cama eléctrica articulada.
En este caso mis padres tuvieron la suerte de estar avisados a tiempo, pero durante estos años he encontrado muchas más camas como éstas, y no en todos los casos los niveles eran tan bajos. En uno de los últimos análisis de vivienda que he realizado encontré una cama con valores de hasta 2.700 nT, y curiosamente la persona que intentaba descansar en ella seguía un tratamiento sin éxito contra el insomnio.
Por supuesto, no es el primer caso que he visto de alguien con insomnio o dificultades para dormir por exposición a campos electromagnéticos. Como no es lo único que he visto en situaciones similares y con valores incluso más bajos que estos, me preocupa mucho más las consecuencias en la salud de largos años de exposición más allá del bien dormir.
La mayoría de las camas con enchufe que voy encontrando pertenecen a personas que por problemas de salud necesitan una cama eléctrica articulada para facilitar su movilidad, tanto por ellos como por las personas que los atienden, y seguro que en ningún momento se habían planteado un problema como éste. Y claro, ¿qué hacemos? ¿Tiramos la cama con enchufe y regresamos a la de dosel? La verdad que parece una opción bastante romántica, pero para estas personas es de suma importancia la movilidad de sus camas, y por suerte, a día de hoy se pueden encontrar soluciones, si observamos algunos puntos podemos conseguir una cama eléctrica articulada completamente libre de campos.
A la hora de comprar una cama articulada es importante observar si el modelo dispone de sistemas de protección y desconexión automáticos como ya he visto en algún modelo en estos dos últimos años (ya hay fabricantes que cuidan estos detalles). Esto es importante para garantizar la salud geoambiental de nuestro hogar. Y si la cama que ya tenemos no dispone de estos dispositivos, siempre podemos instalar un bioswitch (desconector automático de red) entre el enchufe de la cama y la toma de corriente del dormitorio. De esta manera la cama sigue cumpliendo su funcionalidad sin emitir campos mientras no estamos activando los motores para cambiar su posición.
Sólo me queda desearos un buen descanso y que disfrutéis de vuestras camas, sean como sean.