Este lunes escuché en las noticias que debido al alcance de los acontecimientos en Fukushima se está replanteando por parte de la OCDE cambiar la escala internacional de accidentes nucleares INES para adecuar la situación mejor a la realidad, evitando así confusiones sobre la verdadera gravedad del desastre.
El accidente nuclear más grave ocurrido en la historia de la energía nuclear ha sido el de Chernóbil en 1996, y el nivel más elevado en la escala de accidentes nucleares es el nivel 7, con el que se calificó a Chernóbil.
Como los acontecimientos en Fukushima excedían con creces los requisitos para enmarcarlo en el nivel 6, pasó directamente al nivel 7, que hasta la fecha era el nivel donde parece que le correspondería estar por su gravedad. Pero por alguna razón muy importante no se ve conveniente comparar Fukushima con Chernóbil. Siempre hay matices. Y claro, parecido no es lo mismo, por lo que se ha propuesto cambiar la escala y añadir un peldaño más. Así aparece la propuesta del “nuevo y flamante nivel 8”, en el que se clasificaría a Chernóbil en el primer puesto, manteniendo invicto el record mundial en este tipo de desastre ecológico.
Si la propuesta sale adelante, gracias a la nueva escala INES el accidente de Fukushima será muy grave, ma non troppo.