Abril y mayo de 2011: esta es una primavera histórica. Nos hemos encontrado con las recomendaciones del Russian National Committee on Non Ionizing Radiation Protección (RNCNIRP) sobre protección ante los campos electromagnéticos. También con la aprobación por el Consejo de Europa del documento que advierte a los gobiernos de los estados miembros de la Unión Europea sobre el riesgo de la exposición a los campos electromagnéticos, las medidas de prevención ante éstos y la revisión de los límites a los que se encuentran sometidos los ciudadanos de la Unión Europea, en especial los niños. Podéis leerlo en su declaración 118/ 2011.
Y por si fuese poco, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia de Investigación del Cáncer (IARC) han reconocido el peligro que puede entrañar el uso del teléfono móvil como posible cancerígeno ante las evidencias de los estudios realizados hasta la fecha. Y, consecuentemente, se incluyó en las listas del IARC en la categoría 2B, que comprende elementos como el DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano) y campos electromagnéticos de extremada baja frecuencia -véase, los producidos por la electricidad que utilizamos en la industria y en el hogar-.
RNCNIRP, Consejo de Europa, la OMS, e IARC. Si tantas conciencias han despertado de repente a la luz de los informes científicos que sirven para la toma de decisiones de dichos organismos, es porque los estudios, como ya hemos expuesto con anterioridad en este blog, existen, y los resultados son lo suficientemente contundentes como para generar estas opiniones en los miembros que componen estos comités internacionales. Como mínimo, les plantean serias dudas sobre la inocuidad de la exposición a los campos electromagnéticos, y por fin advierten de forma oficial que es imprescindible mantener el principio de precaución antes de tener que llevarnos las manos a la cabeza, como ocurrió con el uso industrial del Radio y el amianto en tiempos pasados, o el tabaco más recientemente.
Está claro que los responsables de las organizaciones internacionales que existen para cuidar nuestra salud, no pueden asumir la responsabilidad de las consecuencias futuras por negación u omisión de tantas y tantas pruebas. Ahora la pelota se encuentra en manos de los políticos y los legisladores de nuestros países.
Es un gran paso. Ahora todas las personas y colectivos implicados tenemos que continuar trabajando para que los gobernantes asuman sus reponsabilidades.