Canciones de la Tierra

la tierra canta

Vivimos en un mundo al que le gusta cantar, y su última canción nos llega directamente desde el cielo profundo, de las regiones conocidas como cinturones de Van Allen, en la magnetosfera terrestre.

La NASA ha grabado estos cánticos gracias a las dos sondas RBSP (Radiation Belt Storm Probes), enviadas al espacio con objeto de estudiar los cinturones de radiación de la Tierra.

Son sonidos que sorprenden al escucharlos y nos hacen reflexionar sobre el origen y la belleza de todas las canciones que canta la Tierra, las que cantan los pájaros en el cielo y las ballenas en el océano, los insectos del día, y también, los de la noche.

Y nosotros ¿por qué cantamos?

Éxito en el Simposio Europeo sobre radiaciones no ionizantes

Simposio Europeo sobre radiaciones no ionizantes

Se pedían estudios, investigaciones, pruebas, debates, respuestas y seriedad. Aunando todos esos requisitos, la Fundación para la Salud Geoambiental ha organizado el Simposio Europeo sobre radiaciones no ionizantes, en la sede de la Unión Europea de Madrid. Por si fuera poco.

Hemos recogido testimonios de expertos, científicos, abogados y representantes sociales sobre los efectos dañinos de los campos electromagnéticos. Hemos hablado de los nuevos puntos que incluirá una inminente directiva de la UE sobre campos electromagnéticos; de las enfermedades que pueden darse a largo plazo, y de la posición de investigadores que advierten de los peligros de estar sobreexpuestos. Varios de estos investigadores estuvieron presentes en el simposio y nos ofrecieron de primera mano sus conocimientos al respecto.

Los efectos de los campos electromagnéticos están ahí. No afectan igual a todas las personas. Y una de las cosas que recalcaron los médicos y científicos participantes en el simposio fue precisamente el riesgo de exposición al wifi en los niños. El cerebro de un niño aún está en pleno desarrollo, y por tanto es más vulnerable que el cerebro de un adulto. Aunque esto tampoco quiere decir que los adultos estemos exentos de sufrir daños de exposición a campos electromagnéticos.

Todas las ponencias aportaron datos muy interesantes. Sin embargo, esta vez me gustaría destacar la ponencia de María Jesús Azanza, catedrática de Biología Celular y Magnetobiología en la Universidad de Zaragoza. María Jesús nos habló de un estudio publicado en 1989 en el que se comparaba los efectos del café a los de los campos electromagnéticos. La cafeína interacciona a nivel molecular con procesos que liberan el calcio en las células. Este incremento de calcio en las células, por encima de ciertos niveles, puede originar isquemia, ictus o infarto de miocardio, decía, para luego especificar que también la interacción de campos electromagnéticos con células biológicas libera calcio. Y que esta exposición, a largo plazo, es la que puede provocar efectos más serios.

Deberíamos aprender a escuchar más y mejor lo que dicen los expertos, lo que dicen los estudios y las investigaciones.

En muy pocos días podréis disfrutar del vídeo de todas las ponencias en el canal de Vealia. Sé que muchos lo habéis pedido y no tardaremos en colgarlo en nuestros perfiles de Facebook, donde siempre estamos dispuestos a atender a vuestras preguntas.

En definitiva, nos hemos quedado con muy buen sabor de boca. Estamos contentos, y sabemos que este es el principio de una larga lucha.

Gracias por vuestra asistencia y muchas gracias también por el apoyo que nos habéis dado, tanto los que habéis asistido como los que no habéis podido ir.

Los campos electromagnéticos en declaraciones oficiales

Abril y mayo de 2011: esta es una primavera histórica. Nos hemos encontrado con las recomendaciones del Russian National Committee on Non Ionizing Radiation Protección (RNCNIRP) sobre protección ante los campos electromagnéticos. También con la aprobación por el Consejo de Europa del documento que advierte a los gobiernos de los estados miembros de la Unión Europea sobre el riesgo de la exposición a los campos electromagnéticos, las medidas de prevención ante éstos y la revisión de los límites a los que se encuentran sometidos los ciudadanos de la Unión Europea, en especial los niños. Podéis leerlo en su declaración 118/ 2011.

Y por si fuese poco, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia de Investigación del Cáncer (IARC) han reconocido el peligro que puede entrañar el uso del teléfono móvil como posible cancerígeno ante las evidencias de los estudios realizados hasta la fecha. Y, consecuentemente, se incluyó en las listas del IARC en la categoría 2B, que comprende elementos como el DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano) y campos electromagnéticos de extremada baja frecuencia -véase, los producidos por la electricidad que utilizamos en la industria y en el hogar-.

RNCNIRP, Consejo de Europa, la OMS, e IARC. Si tantas conciencias han despertado de repente a la luz de los informes científicos que sirven para la toma de decisiones de dichos organismos, es porque los estudios, como ya hemos expuesto con anterioridad en este blog, existen, y los resultados son lo suficientemente contundentes como para generar estas opiniones en los miembros que componen estos comités internacionales. Como mínimo, les plantean serias dudas sobre la inocuidad de la exposición a los campos electromagnéticos, y por fin advierten de forma oficial que es imprescindible mantener el principio de precaución antes de tener que llevarnos las manos a la cabeza, como ocurrió con el uso industrial del Radio y el amianto en tiempos pasados, o el tabaco más recientemente.

Está claro que los responsables de las organizaciones internacionales que existen para cuidar nuestra salud, no pueden asumir la responsabilidad de las consecuencias futuras por negación u omisión de tantas y tantas pruebas. Ahora la pelota se encuentra en manos de los políticos y los legisladores de nuestros países.

Es un gran paso. Ahora todas las personas y colectivos implicados tenemos que continuar trabajando para que los gobernantes asuman sus reponsabilidades.

¿No hay nada?

Los sonidos y las luces de lo invisible nos sorprenden, encontramos un lleno intangible donde parece que no hay nada, billones de bits de información ocupan el espacio en longitudes de onda que no podemos ver, tocar, oler, saborear… O escuchar a través de nuestros cinco sentidos.

El ser humano tiene muchas capacidades, y entre ellas la posibilidad de generar informaciones invisibles e intangibles en su propio provecho. Lenguas extrañas a nuestro modo natural de comunicarnos, pero comunes para una multitud de aparatos que se interrelacionan a través de un vacío aparentemente inexpresivo.

Telefonía móvil, televisión, internet…Informaciones invisibles, silenciosas, como los discretos sirvientes que transitaron por los laberínticos pasillos ocultos de un antiguo palacio. De la misma manera se dejan ver y oír a través de auriculares, altavoces, luces y pantallas que transforman la información que habita el vacio en lenguajes comprensibles a nuestros sentidos.

Nos hemos acostumbrado tan rápidamente a los aparatos que nos conectan y trabajan por nosotros que ya no nos sorprenden sus capacidades y nos olvidamos de los caminos paralelos que recorren para sernos útiles.

Hoy no vamos a hablar de campos electromagnéticos y salud, hoy vamos a observar el vacio lleno de infinitos bits de información de un modo original. Escuchemos y veamos sus manifestaciones cuando interceptan un aparato diseñado para transformarlos en luz y sonido.

En este vídeo, podréis escuchar los sonidos de ondas electromagnéticas de baja frecuencia recogidos por Miquel Nieto, el coleccionista de sonidos extraños, en la Rambla de Barcelona

Y si os gustan los paisajes, en este otro vídeo podréis ver la banda luminosa que producen las emisiones de las redes WiFi en la noche de Oslo. Es un performance realizado por un grupo de alumnos de la Oslo School of Architecture & Desing en el que pintan la señal Wi-Fi con luz.

Solo veamos, escuchémonos y sorprendámonos…

Quinto ciclo formativo en Granada

Ciclo formativo de aplicación de los principios prácticos de Geobiología

La semana pasada estuvimos pasando un agradable y soleado fin de semana en Caparacena, muy cerca de Granada, donde hemos celebrado el quinto ciclo formativo dedicado a la aplicación de los principios prácticos de geobiología. Nos acompañaron el grupo de amigos en que se han convertido los alumnos de la primera promoción de los ciclos formativos que inició la Fundación para la Salud Geoambiental el 28 de enero.

Hemos tenido la posibilidad de realizar bastantes prácticas, tanto en grupo como individualmente. A través de ellas los participantes pudieron reproducir los protocolos básicos de una prospección geobiológica y de campos electromagnéticos artificiales para su posterior análisis, dese el punto de vista de la salud geoambiental. Por supuesto también hemos disfrutado de la agradable acogida que nos ha brindado el grupo de personas que forman Amalurra Granada en su hotel rural. Por cierto, un hotel muy recomendable.

Este ha sido el quinto ciclo en tres meses, y ya vamos a por el sexto. El próximo 8 de abril volveremos a encontrarnos en el aula de formación de la fundación para introducirnos de lleno en el mundo de las tecnologías inalámbricas y su relación con la salud. Esperamos aprender mucho juntos y por supuesto disfrutar del reencuentro.

Además, ya estamos preparando el calendario para el siguiente ciclo. Os invitamos a consultéis la información de los programas y de las inscripciones a través de la Fundación para la Salud Geoambiental . Y si os apetece estar al día en noticias y curiosidades, nos vemos en Facebook.

¡Hasta dentro de muy poco!

Feria Biocultura Valencia 2011

La semana pasada, desde Geosanix, participamos en la Feria de Biocultura de Valencia con un stand. En él proporcionábamos información detallada sobre las distintas fuentes de emisión de radiaciones, los posibles riesgos en nuestra salud y las medidas que podemos tomar cada uno de nosotros para evitarlos.

Instalamos el stand en un espacio libre de radiaciones con cortinas apantallantes. Estas cortinas son confeccionadas con algodón y microhilos metálicos, de manera que reduce en un 90% los campos electromagnéticos de alta frecuencia. En el stand hicimos demostraciones sobre cómo se detectan y miden las radiaciones con aparatos específicos y, además, explicamos las posibles soluciones y medidas que hay que tomar para disminuir las emisiones.

En definitiva, nos lo pasamos genial. Fueron dos días muy intensos y estuvimos en contacto con muchas personas interesadas en conocernos y saber un poco más sobre la salud geoambiental y la contaminación electromagnética.

Y vosotros, ¿estuvísteis allí? ¿Qué os pareció la Feria?

¿No hay estudios científicos? Hay cientos

La reciente aparición de Geosanix en el Telediario de La 1 sigue trayendo cola. Las quejas enviadas a RTVE por un número indeterminado de telespectadores han sido atendidas por la Defensora del Espectador, Elena Sánchez.

La mayoría de esas quejas son motivadas por un desconocimiento científico de los efectos que pueden causar los campos electromagnéticos en los organismos vivos. Como no nos cansaremos de explicar una y otra vez, nuestros órganos vitales funcionan por impulsos electromagnéticos. De ahí que haya pruebas diagnósticas como el electrocardiograma o el electroencefalograma. Por simple lógica, por tanto, cabe intuir que una exposición de nuestro organismo a estas ondas y radiaciones puede interferir en nuestros ritmos vitales, de la misma manera que un aparato de radio deja de sintonizar correctamente en caso de interferencias.

Pero no nos quedemos en la superficie. Desde este blog me gustaría rebatir, una vez más y punto por punto, los argumentos de quienes tratan de desacreditar no sólo a Geosanix o a la Fundación para la Salud Geoambiental, sino a instituciones y científicos de todo el mundo que dedican esfuerzos y fondos a investigar este fenómeno. Vayamos punto por punto.

1. “No hay ninguna investigación seria sobre los efectos nocivos de las radiaciones”.

No es que no haya ninguna; es que hay cientos y cientos. El Informe Bioinitiative, elaborado por 14 científicos independientes y revisado por otros 12 científicos más, recoge más de 1.500 estudios que arrojan evidencias sobre los efectos de la exposición a campos electromagnéticos en organismos vivos.

Además de los exhaustivos datos contenidos en Bioinitiative, existen muchas más referencias sobre los riesgos de la contaminación electromagnética. En todo el planeta hay científicos cada vez más activos en lo referente a la protección frente a campos electromagnéticos. Ahí tenemos la Resolución de Copenhague, de 9 de octubre de 2010; la Resolución de Porto Alegre, de 15 de septiembre de 2009; la Resolución de Londres, de 27 de noviembre de 2007; la Declaración de París, de 23 de marzo de 2009; la Resolución de Benevento, de febrero de 2006, y multitud de otros acuerdos o resoluciones firmados por científicos expertos en campos electromagnéticos y con gran reputación en sus respectivas especialidades.

Muy interesante, y disponible en PubMed, es la Declaración de Seletun, Noruega, de noviembre de 2009. El artículo se titula Scientific Panel on Electromagnetic Field Health Risks: Consensus Points, Recommendations, and Rationales y aparece publicado en Reviews on Environmental Health, vol 25, nº4 2010; se trata del boletín oficial de los inspectores del Instituto Canadiense de Salud Pública.

El propio Parlamento Europeo aprobó el 2 de abril de 2009 una resolución en la que reconoce explícitamente que “cada ciudadano está expuesto a una mezcla compleja de campos eléctricos y magnéticos de diferentes frecuencias tanto en el hogar como en el trabajo” y que dichos campos electromagnéticos “pueden producir efectos adversos para la salud humana”. El Parlamento Europeo, en esa resolución, insta a su comité científico a revisar los riesgos existentes; pide a los estados miembro y a la industria que colaboren para buscar tecnologías alternativas que reduzcan la exposición de la población a campos electromagnéticos; y recomienda medidas de precaución a la hora de utilizar determinadas tecnologías.

Es evidente que ya existen suficientes datos, recurrentes y todos ellos preocupantes, como para seguir cerrando los ojos a esta situación. Los avances científicos concretos suelen tardar en ser comúnmente aceptados por la comunidad científica y en divulgarse a toda la sociedad, y eso es ni más ni menos lo que está pasando en el momento actual. Pero de ahí a que se silencie el problema, se desprestigie a Geosanix o se ataque a RTVE por divulgar este problema (que es de todos, porque todos estamos expuestos), hay un mundo.

2. «¿Cómo puede ser que el efecto se evite apagando determinados aparatos o electrodomésticos? ¿No debemos preocuparnos porque basta desenchufarlos antes de dormir? ¿Cuando estamos despiertos, estas malignas radiaciones no hacen nada?”

Más que apagar los aparatos eléctricos o los electrodomésticos, el efecto nocivo de los campos que generan dichos aparatos se evita asegurándonos de que la conexión eléctrica es correcta y la toma de tierra cumple su función. Un simple buscapolos, herramienta de uso cotidiano para cualquier electricista y de venta en ferreterías por un módico precio, basta para confirmar que el aparato no continúe en carga eléctrica mientras está apagado.

Esto en lo que se refiere a aparatos eléctricos, pero no olvidemos que cada vez proliferan más otros riesgos, como las altas frecuencias. Nuestros hogares y oficinas están llenos de tecnologías inalámbricas (router wifi, teléfonos inalámbricos DECT, antenas de telefonía móvil frente a nuestras ventanas, teléfonos móviles en nuestras mesillas de noche…). Hemos abierto voluntariamente las puertas de nuestras casas y de nuestros centros de trabajo a toda una serie de fuentes de altas frecuencias. Estamos rodeados de aparatos que continuamente se envían información entre sí mediante campos electromagnéticos. Y la realidad es que estos aparatos suelen dejarse siempre encendidos y en funcionamiento, incluso aunque no se estén usando, cosa totalmente ilógica.

Como resultado, vivimos sumidos en un auténtico océano de radiaciones, cada vez más numerosas e intensas, para el cual no estamos biológicamente preparados y que no pertenece a nuestra naturaleza evolutiva.

Y no, no es que las radiaciones sean más nocivas cuando dormimos. Lo que ocurre es que dormimos unas ocho horas al día, y eso es mucho tiempo para estar expuesto, día tras día, mes tras mes, año tras año, a un posible riesgo electromagnético del que seguramente no seamos conscientes. Recordemos que las radiaciones son más o menos nocivas en función de su intensidad y del tiempo de exposición. Una cosa es estar un rato expuesto a determinado campo electromagnético y otra muy distinta es someternos muchas horas al día a un campo de mayor intensidad durante toda la vida. Por eso conviene analizar nuestro entorno, estudiar a qué posibles peligros estamos expuestos, y eliminarlos o minimizarlos. Las zonas de alta permanencia, como la cama o el lugar de trabajo, son especialmente importantes, como ya hemos explicado.

3. “Para parar las ondas electromagnéticas hay que meterse en una jaula de metal, no hay otra manera de aislarse de las ondas electromagnéticas”.

Efectivamente, cualquier material conductor situado en un campo eléctrico sufrirá cambios en la distribución de sus cargas. Estas corrientes a su vez generan campos eléctricos opuestos al campo eléctrico de partida. En este principio se basa la conocida jaula de Faraday.

Sin embargo, no es cierto que la jaula de Faraday sea la única forma de protegerse frente a los campos electromagnéticos. Como se puede leer en cualquier libro de electromagnetismo, los campos electromagnéticos pueden sufrir reflexión en superficies debido a las corrientes de Foucault. Asimismo, materiales de alta permeabilidad magnética como el mu-metal son capaces de “desviar” los campos magnéticos de baja frecuencia (fundamentalmente los que provienen de la red eléctrica, 50 Hz), lo que nos permite evitar que dichos campos penetren en un lugar concreto, como un inmueble.

Para las radiaciones de alta frecuencia (antenas de telefonía móvil, routers wifi, etc) utilizamos tejidos apantallantes confeccionados con un hilado metálico entretejido que ejerce de conductor y genera un efecto similar al de una jaula de Faraday. También podemos utilizar pinturas de grafito para pintar determinadas paredes y así apantallar radiofrecuencias o eliminar campos eléctricos de la instalación de una vivienda. Muchas veces no hace falta más que apantallar una pared, o poner una lámina de este material debajo de una cama… todo depende de las características y del origen de cada campo electromagnético.

En definitiva, el propósito de estas técnicas no es hacer desaparecer por completo un campo electromagnético en nuestro entorno, sino reducir su intensidad y, por tanto, minimizar el riesgo para nuestra salud por exposición prolongada, que es nuestro ámbito de trabajo.

4. «Es publicidad encubierta».

Informar de riesgos para nuestra salud y de posibles soluciones que mejoran las condiciones de vida de la humanidad no puede ser jamás publicidad encubierta. Por esa regla de tres, jamás veríamos noticias del tipo “el hospital x realiza con éxito el primer trasplante de x en el mundo”, por ejemplo, porque sería publicidad encubierta del hospital. Quienes esgrimen este tipo de argumentos parecen no pensar en las personas que necesitan esa información para mejorar su calidad de vida. Lo que ha hecho La 1 no es publicidad encubierta, sino todo lo contrario: es divulgar, concienciar a la población sobre una realidad que desconocen y en la que están trabajando cientos de científicos de todo el mundo y, en definitiva, es dar un servicio público a la sociedad, que es la razón de ser de RTVE.

Todos sabemos que la información en televisión es complicada: en apenas 60 segundos hay que combinar rigor científico con explicaciones que cualquier ciudadano pueda entender, sea cual sea su formación. En tan poco tiempo es imposible poner sobre la mesa los múltiples estudios existentes; explicar los mecanismos biológicos por los que las radiaciones pueden resultar nocivas a largo plazo; por qué son importantes factores tales como la intensidad de la radiación o el tiempo de exposición; etc. Pero todo eso no es motivo suficiente para descalificar este tipo de informaciones o negar una realidad científica que está al alcance de cualquiera que no se empeñe en cerrar los ojos.

Lo que no vemos, sí existe

La mayoría de los campos electromagnéticos que nos envuelven son invisibles a nuestros ojos. Es difícil comprender qué son y cómo se relacionan con nosotros los campos producidos por una línea de alta tensión, un transformador urbano, una antena de telefonía móvil o cualquier fuente que vemos en calles y azoteas. Y si además no podemos ver la fuente, parece que el problema no existe. Pero sigue estando ahí, y además, afecta a nuestra salud.

Antes de que el problema concreto desaparezca, os muestro una fotografía que realizó mi compañero José Miguel una mañana de camino a la oficina. Es de una línea eléctrica que se está soterrando en las aceras de nuestras calles, en Madrid, por el distrito de Moncloa. ¡Menudo tamaño tiene la bobina!

Línea soterrada

Y el tamaño importa, vaya si importa. No tanto el del diámetro del cable, sino el del campo que generan estas líneas soterradas. En muchos casos pueden alcanzar hasta una densidad de flujo de 200 nT (nanoteslas) en la tercera planta de un edificio de viviendas. Imaginaos a pie de calle. Sí, sí, debajo de las aceras por las que pasamos todos los días, en la puerta de nuestra casa. Cables bien escondidos, donde no los vemos; sin arquetas, registros ni una mínima señal que delate su presencia. Ahí, generando nanoteslas a porrillo.

¿Sabéis si tenéis alguna línea soterrada cerca de vuestra casa?

Con solo 0,00006 µW/cm2

He medido la radiación de fondo de microondas en la casa de San Roque, y he obtenido 0,00006 microvatios por centímetro cuadrado. He recibido y enviado multitud de llamadas y SMS de felicitación durante esta Navidad, y os puedo asegurar que no me ha fallado en ningún momento la cobertura. No me lo explico. Entonces ¿para qué necesitamos valores legales de hasta 450 µW/cm2 (microvatios por centímetro cuadrado) o mayores? ¿Por qué intentan convencernos de que son imprescindibles para garantizarnos el servicio a los usuarios?

¿Es que no tenemos suficiente con los 0,1 µW/cm2 que propone la convención científica de Salzburgo de 2000? Este dato ya es más de 1.600 veces mayor de lo que hay en el ambiente de la casa de San Roque, o de lo que pude medir en la habitación del hotel de Salzburgo en el que estuve hospedado este verano.

El valor de 0,1 µW/cm2 es el aceptado como seguro por la comunidad científica internacional más crítica con la exposición ambiental continuada a campos electromagnéticos por telefonía móvil u otras tecnologías inalámbricas. Y si este valor es el aceptado por dicha comunidad, ¿por qué es tan difícil ponerse de acuerdo para adaptar la tecnología en beneficio de todos?

Hay margen más que suficiente para poder hacerlo, ¿no creéis?

I like to move it, move it!

Es una lástima que las radiaciones y los campos electromagnéticos sean invisibles, intangibles e ¿insonoros?

Cada día aparecen nuevos ritmos en los locales de moda de la biosfera, y algunos con mucha marcha. Mi compañero José Miguel, a quien agradezco el video que ilustra este post, encontró durante la prospección de campos electromagnéticos de una vivienda una emisión en 1.800 MHz que al principio nos desconcertó. No éramos capaces de identificar la fuente. ¿GSM? ¿DECT? ¿Un pájaro? ¿Un avión?

Finalmente encontramos referencias suficientes para conocer la naturaleza del bicho: era un teléfono inalámbrico DECT de algún vecino del edificio donde realizamos el análisis geoambiental, pero esta vez no se trataba del ruidazo monótono procedente de estos aparatos al que estamos acostumbrados. Éste es puro bacalao, la envidia de Chimo Bayo.

No podemos decir a ciencia cierta si esta radiación es mejor o peor para la salud que la producida por un teléfono inalámbrico convencional, pero cuidadito con el ritmito que es pegadizo y difícil de sacárselo de la cabeza. I like to move it, move it!